miércoles, febrero 29, 2012

CINE DEBATE EN LA FUNDACION RUCCI.

Con motivo de conmemorarse el próximo 2 de abril, los 30 años de la recuperación transitoria de las Islas Malvinas para la soberanía Argentina, la Fundación Rucci ha decidido dedicar dos jornadas de cine debate a dicha temática. Por lo tanto los invitamos EL: DIA: 14 DE MARZO HORARIO: 18 HS DOCUMENTAL: 14 DE JUNIO LO QUE NUNCA SE PERDIO. EXPONDRA: CESAR TREJO (VGM, APODERADO DE LA COMISION DE FAMILIARES DE CAIDOS EN MALVINAS) LUGAR: SEDE DE LA CGT (AZOPARDO 802, CAPITAL FEDERAL)

viernes, febrero 24, 2012

Respuesta al “Documento: Malvinas, una visión alternativa”.

Primeramente queremos manifestar nuestro estupor por la oportunidad y el tenor del planteo que hacen estos intelectuales (Jorge Lanata, Juan José Sebreli, Emilio de Ípola, Pepe Eliaschev, Rafael Filippelli, Roberto Gargarella, Fernando Iglesias, Santiago Kovadloff, Gustavo Noriega, Marcos Novaro, José Miguel Onaindia, Vicente Palermo, Eduardo Antin (Quintín), Luis Alberto Romero, Hilda Sabato, Daniel Sabsay y Beatriz Sarlo), miembros de la intelligentsia vernácula. En el documento dado a conocer ayer (23/2); precisamente a poco de conmemorarse los 30 años de la recuperación de las Islas Malvinas por nuestro país, este grupo de compatriotas no dudan en calificar de “aventura militar” a la Gesta de Malvinas. A nuestro entender, esta categorización es faltarle el respeto a todos quienes murieron en la contienda, y sobre todo, olvidar que la Guerra del Atlántico Sur no es otra cosa que la continuación de la guerra inconclusa con Gran Bretaña que comenzó en 1806-1807, tuvo su continuación con la usurpación de Malvinas en 1833 y en 1845 en la Guerra del Paraná donde tuvo lugar la Batalla de la Vuelta de Obligado. En 1982, Argentina hizo uso de la fuerza en defensa de sus derechos y de sus ciudadanos agredidos en las Georgias. Ninguna revisión puede excluir del análisis estos datos incontrastables de la realidad histórico-política de la Argentina sin caer en una simplificación que roza la ignorancia, o peor aún, la connivencia con nuestro enemigo histórico que no es otro que el Reino Unido de Gran Bretaña. Lo expuesto justifica el uso de la fuerza por parte de la Argentina el 2 de abril de 1982. Por otra parte los hechos indican que no se ocasionó víctimas fatales ni a los isleños ni tampoco a los ingleses. Pero sí a los argentinos. Paradojas “del uso de la fuerza”. Otra vez caemos en los burdos argumentos perimidos de la desmalvinización al calificar “como víctimas directas a los conscriptos combatientes”, versión cercana a la humillante y precursora visión de “los chicos de la guerra”. Quienes combatieron en Malvinas no fueron chicos, ni sólo conscriptos, ni pobres víctimas. Fueron hombres, soldados conscriptos, oficiales y suboficiales de carrera que fueron a defender el suelo patrio. Creer que la cuestión Malvinas tiene “escasa relación con los grandes problemas políticos, sociales y económicos que nos aquejan”, es desconocer principios esenciales de geopolítica y economía, entre otras materias. ¿Se desconoce la implicancia de la posesión de Malvinas en manos británicas sobre la proyección antártica? ¿Se ignora que la Antártida es reserva natural de agua, minerales y otros recursos que Inglaterra puede reclamar como propios? ¿No se tiene dimensión de las pérdidas y la depredación que sufre Argentina en su mar territorial por las concesiones pesqueras que hace el Reino Unido en Malvinas? ¿No se tiene idea que las adyacencias de Malvinas están siendo exploradas por sus reservas de hidrocarburos? Finalmente: ¿No se han percatado del paso estratégico bioceánico que dominan las Islas? ¿No es una amenaza para la seguridad continental Argentina la base militar de Inglaterra emplazada en Malvinas? En lo que parece ser el nudo gordiano de “estos visionarios”, llegamos al núcleo de su pensamiento: la idea de autodeterminación. Y es justamente aquí donde cometen la mayor parte de anacronismos, errores históricos y jurídicos. Lamentamos que un compilado repleto de errores elementales, que bien podría refutar un estudiante de abogacía de primer año, reciba un tratamiento que le mereció la publicación en los principales matutinos del país. Sostienen que “La República Argentina ha sido fundada sobre el principio de autodeterminación de los pueblos y para todos los hombres del mundo. Como país cuyos antecedentes incluyen la conquista española, nuestra propia construcción como nación es tan imposible de desligar de episodios de ocupación colonial como la de Malvinas”. Si bien este disparate no merecería contestación (y menos mal que se encuentra entre los firmantes del documento el Sr. Romero, benemérito erudito en materia historiográfica) no resistimos la tentación de refutar. No existe la autodeterminación de los kelpers, porque la misma rige para aquellos pueblos nativos que son ocupados o dominados por una potencia extranjera. Y primeramente -anoticiamos a “nuestros” intelectuales-: los kelpers son ciudadanos británicos desde 1983, año en el que Margaret Tatcher les otorgó plena ciudadanía. Por eso debe negociarse con Inglaterra porque la población de las islas no son un estado, al contrario, son parte del Reino Unido. Pero más aún. Si los kelpers no fueran británicos y pretendieran ser reconocidos como pueblo, esta pretensión sería imposible por representar ellos una población implantada por la fuerza en 1833, por una potencia colonial, en detrimento de la soberanía argentina y su población que habitaba legalmente las islas. Por último, equiparar la situación de Argentina (en aquellos tiempos Virreinato del Río de la Plata) cuando provincia –no colonia- española, con la de los kelpers es grotesco. Nos explicaremos. El concepto de “autodeterminación de los pueblos” aparece en el Derecho Internacional a partir de la creación de las Naciones Unidas (ONU) el 26 de junio de 1945. Por eso constituye un disparate jurídico y un anacronismo histórico decir que Argentina fue fundada sobre este principio. El proceso político que dio origen a nuestro país fue el siguiente. Habiendo caducado el Gobierno Soberano de España al ser tomado Fernando VII prisionero de Napoleón, habiéndose disuelto la Junta de Sevilla y sin haber sido designado un Regente, el poder quedaba vacante y se revertía sobre el pueblo de Buenos Aires que podía en estas especiales condiciones darse un gobierno. Se trataba de la conocida “doctrina suareciana de reversión del poder”. Dicho proceso, que llamaremos con precisión, de emancipación, tuvo lugar durante la semana de mayo, consagrándose el día 25. A esa emancipación hubo que trabajarla para que recién 6 años después, en 1816, se diera un paso más en la formación política de nuestra Patria, con la declaración de independencia. Nada de esto tiene que ver con la autodeterminación. Para terminar, auguramos -a 30 años de la conmemoración de la Gesta de Malvinas- que lejos de abandonar “la agitación de la causa”, redoblemos nuestro corazón malvinero que nos nutre de conciencia nacional al recordar a nuestros héroes, y nos señala claramente que Argentina jamás podrá realizarse como Nación mientras una potencia Imperial usurpe parte de su territorio. FEDERICO GASTON ADDISI.

TU REMERA.

Llegué a las Islas, con una mezcla de coraje y pavor peleando en mis venas. Ninguno de los que volvió, fue el mismo. La guerra marca la carne y el alma. En esa yerra, se gestaron hermandades, cobijadas por el amor a la Patria, y el recuerdo de la familia que esperaba nuestro regreso. Se apilaron en mis pupilas, historias de bravura y heroísmo, que regresan cada noche. Las trincheras tienen una forma muy particular de parir hermanos. En esas hermandades se apoyó mi vida, cuando volví para convertirme en un fantasma, al que la memoria desvencijada de una sociedad que miraba para un costado, despreciaba. Vagué años arrastrando recuerdos y repitiendo escenas en mis sueños. Me pregunté cada día, si hubiera podido hacer algo más. Me lo pregunto hoy. Y repaso caras y nombres en mi mente, porque me parece que recordarlos, es como mantenerlos un poquito vivos. Me esfuerzo para que no se escape de mi cabeza, por momentos, aturdida, el tono de voz, o el brillo en la mirada, de mis hermanos que nunca volvieron. No quiero olvidar la gracia que me causó un sapucai del correntino, que celebraba el regreso de un compañero. Para él, era una forma natural de manifestar la alegría. A mí me sorprendió. Él se quedó a custodiar nuestras Islas. A mí, me tocó volver. Y te juro, changuita, que después de treinta años, su sapucai me despierta algunas noches. Y me estremece, más que el recuerdo del frío, el miedo, las balas silbando, el olor de la sangre y los ojos abiertos, pero sin vida. Pasaron tres décadas, a fuerza de acumular días y noches, de recuerdos y lágrimas. Muchas veces, sentí el afecto del Pueblo que defendimos, y me gratificó. Pero hoy, te vi. Usabas un aire despreocupado, que huele a adolescencia, una sonrisa que desperdiga juventud, y sentí nostalgias de esos días. Pero también usabas una remera, con la estampa de una bandera, que sangraba sin que lo notaras. Sangraba con la sangre de mis hermanos. Con la de tus compatriotas. Esa bandera, que lucías por moda, me hizo sangrar por dentro, rompió alguna de esas venas que irrigan el alma, y los médicos no saben zurcir si se rompen. Volvió todo el frío, toda la neblina, todo el miedo. El de las Islas, el de la desmalvinización, el de la muerte saltando sobre nuestras espaldas, llevando la bandera pirata por único atavío. Pensé en lo vano que sería tanta muerte, si aún ellos ocupan nuestra Patria, y empezaron a ocupar nuestras cabezas. Pensé en la madre del correntino, arrodillada frente a una tumba sin nombre, enredando un Rosario en esa cruz, tan blanca, tan sola, tan lejana. Y pensé en sus brazos de mamá, sin cuerpo que abrazar. Volví a pensar en vos, en tu sonrisa, tu juventud, y en tu remera. Estuve a punto de pararte, para decirte todo esto, pero no pude. Las lágrimas, no me hubieran permitido hablar. Natalia Jaureguizahar Serra.