Gráfica del régimen peronista muy poco divulgada. En lo alto de un cielo estrellado, perfecto, La Santísima Virgen María da protección a la Jefa Espiritual de la Nación, que ha abandonado a los hijos del pueblo argentino. Una respetadísima cosmovisión de los tiempos.
Echamos una hojeada a un viejo ejemplar del diario “El Mundo” del 28 de julio de 1952. Las noticias acaparan la atención en la muerte de Eva Perón, y están llenas de términos religiosos. Se lee:
“Bajo un cielo gris, que fue también expresión cabal de la tristeza que embarga a toda la Nación por la irreparable pérdida de su Jefa Espiritual, se inició la emotiva ceremonia del traslado de los restos de Eva Perón…”.
En otro párrafo, dice: “En medio de un solemne recogimiento general los restos fueron conducidos al primer piso [del Ministerio de Trabajo y Previsión] donde se instaló la cámara mortuoria, en la rotonda contigua al Salón Dorado, cerca del despacho en que la Jefa Espiritual de la Nación cumplió su sacrificada y redentora actividad”.
La vista se dirige a otro espacio del periódico, y se detiene en esta otra frase de tintes sacros: “…en el interior de la ya histórica morada se vivían con hondo dramatismo los últimos instantes de despedida a quien llenó con su luminoso espíritu, al lado del Conductor de la Argentinidad, tantas horas de amor y desvelo por el engrandecimiento espiritual y material de la nacionalidad”.
Como si se hubiese tratado de una santidad, en el Salón Blanco de la Ciudad Estudiantil, que era una dependencia de la Fundación Eva Perón, se había levantado, por aquellos días, un “altar simbólico de la insigne creadora de la institución”, según describe el diario “El Mundo” ya citado. Y una foto en blanco y negro muestra esa suerte de religiosidad popular.
Por si fuera poco, hubo una escena que nunca más se volvió a repetir en la historia argentina: era tanta la multitud que quería darle el último adiós a Eva Perón en el Ministerio de Trabajo y Previsión, que miles de mujeres, niños y ancianos no pudieron acceder al organismo. Fue entonces que emprendieron una lenta peregrinación hacia la Plaza de Mayo. Allí había un retrato de la ilustre fallecida, delante del cual los miles de hombres y mujeres del pueblo se arrodillaron y “elevaron sus preces al Creador”. Innumerables plegarias se manifestaron para pedir y rogar por el descanso eterno de la Abanderada de los Humildes.
Entre el Padre y los hijos
El día 7 de mayo de 1952, los diputados y senadores de la Nación honraron a María Eva Duarte de Perón con el título de “Jefa Espiritual de la Nación”. Existía, sugiere Roberto Bosca en la obra “La Iglesia Nacional Peronista”, una especie de comunión mística entre ella y su público (“los descamisados”). Otra versión del mismo fenómeno advierte, en cambio, que Eva Perón vino a cumplir un rol intermedio entre Juan Perón (“Padre Eterno”, que bendice a todos por igual) y el pueblo, que vendría a estar conformado por los hijos de aquél, y a quienes Eva Perón, en un rol maternal insospechado, protege y otorga beneficios y derechos.
Esta intermediación que entre 1946 y 1952 le cupo a Eva Perón, fue muy similar a la que jugó en el siglo XIX la hija de Juan Manuel de Rosas, doña Manuela Robustiana, aunque tal vez con otros títulos y rótulos: el Restaurador de las Leyes venía a ser algo así como un “Rey” y Manuelita una “reina” o, como se la ha denominado en su momento, “Princesa de la Federación”, que cuida a sus súbditos, el pueblo plebeyo (gauchos, indios, mestizos, negros, etc.).
Julio 1952. Fotografía en el Salón Blanco de la Ciudad Infantil, Fundación Eva Perón. Un "altar simbólico" pondera la imagen sacralizada de Eva Perón, ante la consternación de los únicos privilegiados de la Nueva Argentina.“Bajo un cielo gris, que fue también expresión cabal de la tristeza que embarga a toda la Nación por la irreparable pérdida de su Jefa Espiritual, se inició la emotiva ceremonia del traslado de los restos de Eva Perón…”.
En otro párrafo, dice: “En medio de un solemne recogimiento general los restos fueron conducidos al primer piso [del Ministerio de Trabajo y Previsión] donde se instaló la cámara mortuoria, en la rotonda contigua al Salón Dorado, cerca del despacho en que la Jefa Espiritual de la Nación cumplió su sacrificada y redentora actividad”.
La vista se dirige a otro espacio del periódico, y se detiene en esta otra frase de tintes sacros: “…en el interior de la ya histórica morada se vivían con hondo dramatismo los últimos instantes de despedida a quien llenó con su luminoso espíritu, al lado del Conductor de la Argentinidad, tantas horas de amor y desvelo por el engrandecimiento espiritual y material de la nacionalidad”.
Como si se hubiese tratado de una santidad, en el Salón Blanco de la Ciudad Estudiantil, que era una dependencia de la Fundación Eva Perón, se había levantado, por aquellos días, un “altar simbólico de la insigne creadora de la institución”, según describe el diario “El Mundo” ya citado. Y una foto en blanco y negro muestra esa suerte de religiosidad popular.
Por si fuera poco, hubo una escena que nunca más se volvió a repetir en la historia argentina: era tanta la multitud que quería darle el último adiós a Eva Perón en el Ministerio de Trabajo y Previsión, que miles de mujeres, niños y ancianos no pudieron acceder al organismo. Fue entonces que emprendieron una lenta peregrinación hacia la Plaza de Mayo. Allí había un retrato de la ilustre fallecida, delante del cual los miles de hombres y mujeres del pueblo se arrodillaron y “elevaron sus preces al Creador”. Innumerables plegarias se manifestaron para pedir y rogar por el descanso eterno de la Abanderada de los Humildes.
Entre el Padre y los hijos
El día 7 de mayo de 1952, los diputados y senadores de la Nación honraron a María Eva Duarte de Perón con el título de “Jefa Espiritual de la Nación”. Existía, sugiere Roberto Bosca en la obra “La Iglesia Nacional Peronista”, una especie de comunión mística entre ella y su público (“los descamisados”). Otra versión del mismo fenómeno advierte, en cambio, que Eva Perón vino a cumplir un rol intermedio entre Juan Perón (“Padre Eterno”, que bendice a todos por igual) y el pueblo, que vendría a estar conformado por los hijos de aquél, y a quienes Eva Perón, en un rol maternal insospechado, protege y otorga beneficios y derechos.
Esta intermediación que entre 1946 y 1952 le cupo a Eva Perón, fue muy similar a la que jugó en el siglo XIX la hija de Juan Manuel de Rosas, doña Manuela Robustiana, aunque tal vez con otros títulos y rótulos: el Restaurador de las Leyes venía a ser algo así como un “Rey” y Manuelita una “reina” o, como se la ha denominado en su momento, “Princesa de la Federación”, que cuida a sus súbditos, el pueblo plebeyo (gauchos, indios, mestizos, negros, etc.).
María Eva Duarte de Perón asumía el rol maternal y mediador que cumplía entre el Padre y su rebaño. En su libro “La Razón de mi vida”, expresa: “Yo elegí ser “Evita”…para que por mi intermedio el pueblo y sobre todo los trabajadores, encontrasen siempre el camino de su Líder”. Y en otro párrafo, profundiza su papel: “Pero, muchas veces, sin embargo, tengo que decir al pueblo cara a cara lo que le diría su Líder y, como consecuencia de eso, tengo también que hablar al Líder de lo que el pueblo quiere hacer llegar a sus oídos”. Aquí se manifiesta patente lo que venimos describiendo en las líneas anteriores.
Una Oración a María Eva
El Diario de Sesiones del 19 de mayo de 1955, página 319, de la Cámara de Diputados de la Nación, registra que el diputado Mauricio Yadarola, de la UCR, mencionó, en medio de una áspera discusión en el recinto, una oración en honor de Eva Perón que fue publicada en el diario “Democracia” el 14 de febrero de 1955. Decía más o menos así:
“Dios te salve, María Eva
Llena eres de gracia;
todo el pueblo está contigo.
Bendita seas tú entre los niños, entre los hombres y las mujeres,
y bendito el fruto de tu ingenio “La razón de mi vida”.
Santa María Eva, madre del justicialismo
ruega por nosotros, trabajadores
ahora, y más aún en la hora de nuestras reivindicaciones.
Así sea.”
Esta oración, aunque nunca fue reconocida por la jerarquía eclesiástica, probablemente haya tenido una invención popular como la que se le puede profesar al gauchito Antonio Gil o a la Difunta Correa, por poner dos ejemplos.
Varios meses luego del fallecimiento de Eva Perón, en la revista “Mundo Peronista” de enero de 1953, se dio a conocer una supuesta aparición del espectro de la Abanderada de los Humildes. Para la época ya existía una muy poco estudiada “Congregación de Nuestra Señora Eva Duarte de Perón”; se afirma que las túnicas que vestían sus seguidoras eran parecidas a los hábitos que usaban las religiosas.
Para ir terminando con esta curiosa nota que resalta algunos aspectos religiosos que el pueblo intentó endilgarle a la señora María Eva Duarte de Perón, por su labor a favor de los más desamparados, señalaremos algo ocurrido a los pocos días de su paso a la inmortalidad.
El último día del mes de julio de 1952, el Sindicato de Obreros de la Alimentación envía un telegrama al Papa Pío XII para pedirle que beatifique y canonice a Eva Perón. Al frente de este pedido se coloca el entonces secretario general de la CGT, José Espejo, quien pide, además, que la Jefa Espiritual de la Nación sea consagrada como “Santa Eva de América”, en lo que bien puede resultar una comparación con Santa Rosa de Lima.
El Vaticano desestimó este pedido con el silencio; no hubo ninguna respuesta desde Roma. Sin embargo, en sus años finales, Juan Domingo Perón espetó que este pedido de canonización no tenía asidero, aunque cierta vez su biógrafo, Enrique Pavón Pereyra, le oyó decir que Eva Perón “está canonizada en el corazón del pueblo, que mantiene altares con su retrato y le rinde culto”. Y esto era, y es, una inextinguible realidad.
Secretaría de Prensa y Difusión
Una Oración a María Eva
El Diario de Sesiones del 19 de mayo de 1955, página 319, de la Cámara de Diputados de la Nación, registra que el diputado Mauricio Yadarola, de la UCR, mencionó, en medio de una áspera discusión en el recinto, una oración en honor de Eva Perón que fue publicada en el diario “Democracia” el 14 de febrero de 1955. Decía más o menos así:
“Dios te salve, María Eva
Llena eres de gracia;
todo el pueblo está contigo.
Bendita seas tú entre los niños, entre los hombres y las mujeres,
y bendito el fruto de tu ingenio “La razón de mi vida”.
Santa María Eva, madre del justicialismo
ruega por nosotros, trabajadores
ahora, y más aún en la hora de nuestras reivindicaciones.
Así sea.”
Esta oración, aunque nunca fue reconocida por la jerarquía eclesiástica, probablemente haya tenido una invención popular como la que se le puede profesar al gauchito Antonio Gil o a la Difunta Correa, por poner dos ejemplos.
Varios meses luego del fallecimiento de Eva Perón, en la revista “Mundo Peronista” de enero de 1953, se dio a conocer una supuesta aparición del espectro de la Abanderada de los Humildes. Para la época ya existía una muy poco estudiada “Congregación de Nuestra Señora Eva Duarte de Perón”; se afirma que las túnicas que vestían sus seguidoras eran parecidas a los hábitos que usaban las religiosas.
Para ir terminando con esta curiosa nota que resalta algunos aspectos religiosos que el pueblo intentó endilgarle a la señora María Eva Duarte de Perón, por su labor a favor de los más desamparados, señalaremos algo ocurrido a los pocos días de su paso a la inmortalidad.
El último día del mes de julio de 1952, el Sindicato de Obreros de la Alimentación envía un telegrama al Papa Pío XII para pedirle que beatifique y canonice a Eva Perón. Al frente de este pedido se coloca el entonces secretario general de la CGT, José Espejo, quien pide, además, que la Jefa Espiritual de la Nación sea consagrada como “Santa Eva de América”, en lo que bien puede resultar una comparación con Santa Rosa de Lima.
El Vaticano desestimó este pedido con el silencio; no hubo ninguna respuesta desde Roma. Sin embargo, en sus años finales, Juan Domingo Perón espetó que este pedido de canonización no tenía asidero, aunque cierta vez su biógrafo, Enrique Pavón Pereyra, le oyó decir que Eva Perón “está canonizada en el corazón del pueblo, que mantiene altares con su retrato y le rinde culto”. Y esto era, y es, una inextinguible realidad.
Secretaría de Prensa y Difusión
ORGANIZACIÓN RESISTENCIA PERONISTA
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