Mohamed Alí Seineldín. Militar esclarecido, patriota y predicador en el desierto. Cuando se encontraba detenido en la prisión de Campo de Mayo, en medio de la entrega menemista, y mientras sobraba “la pizza y el champagne”, el menú preferido para celebrar el derrumbe nacional y del que también saborearon los hoy “impolutos” funcionarios kirchneristas, el ex coronel Seineldín asumía, apoyado por unos pocos fieles, la presidencia honoraria del Comando Superior Peronista.
Un estupendo relato leyó el Héroe de Malvinas al hacerse cargo de tan honorable puesto. Mohamed Alí Seineldín siempre entendió al pueblo y su profundo, aunque no siempre visible, sentimiento nacional. Por eso jugó buena parte de su vida al apoyar a la ideología y la doctrina peronistas. Por allí iba –y va- el devenir de la patria: obviar esto, pensaba el militar, era ir contra la idiosincrasia del pueblo argentino.
Decíamos: pocos los escuchaban entonces. Se acrecienta la figura de Seineldín una vez que ha muerto. No está mal recordarlo, pues, en tiempos de lealtades sobornables, él terminó aferrado a un nacionalismo genuino y austero. El siguiente discurso es de cuando asumió la máxima jefatura del Comando Superior Peronista. Un episodio no muy conocido en la vida de este uniformado que hoy es leyenda:
"Queridos hermanos en Cristo. Camaradas en la Patria. Compañeros en la lucha por la recuperación de la dignidad del hombre y su familia. ¡Todos amigos del alma!
Les habla desde la cárcel, el ex coronel Seineldín, honrado por vuestra amable decisión de haberme designado presidente honorario del Comando Superior Peronista.
Aún guardo en mi memoria de adolescente, recuerdos imborrables de una época que provocó un drástico cambio en la historia argentina. Fue el tránsito desde una etapa en decadencia y sin soluciones, hasta otra diametralmente opuesta. El inicio de la revolución de 1945, que conllevaba la recuperación del honor de la patria y la dignidad del hombre.
Fue un sentimiento que desbordó las calles, los hogares, las escuelas, los cuarteles. Superó con valentía las perversas barreras existentes de sumisión y desesperanza. El argentino honesto experimentó auténticos deseos de por qué vivir y al franco compromiso de llevar a la nación al gran sitial que le correspondía.
El slogan Perón o Braden, que se escuchaba y se leía en las paredes, estaba expresando la alternativa de la hora: o la independencia definitiva de la patria, o continuar inmerso en el proyecto cultural, político y económico anglosajón, que fue iniciado, como recordamos, institucionalmente a mediados del siglo pasado.
Un modesto soldado, el señor coronel don Juan Domingo Perón, al ser llamado por su pueblo, fue designado conforme a las normas constitucionales para llevar adelante tan grande empresa.
Jamás en la historia del país se habrían alcanzado tan altos niveles en el ejercicio real de la caridad. Los enfermos, los niños, los ancianos, los débiles, los que sufren, los pobres, estuvieron tan bien protegidos por leyes inspiradas en el mismo espíritu de la ética social de la Iglesia Católica, pese a los naturales errores humanos que se produjeron, estas prioridades se mantuvieron hasta último momento.
Jamás las fuerzas armadas estuvieron tan mancomunadas con su pueblo. Jamás podrá olvidarse que aquí nació la pequeña, mediana y grande empresa argentina, especialmente la industrial y la nuclear. Jamás se podrá negar que la famosa deuda externa que hoy nos agobia no existía, y que el peso argentino estaba en los primeros niveles, entre las principales monedas del mundo.
Sin dudas, el país emergía con muchas ganas de vivir, de trabajar y de obtener logros. El ímpetu con que se impulsaba, era emocionante.
A partir de la muerte de Eva Perón, lamentablemente, se inició la decadencia del proyecto de la esperanza. Las estructuras de sostenimiento doctrinario se caen, los controles ceden y los oportunistas manosean el sano proyecto nacional y terminan destruyéndolo.
Sobre la caída, como aves de rapiñas sobre un cuerpo convaleciente, los agentes extranjeros, secundados por los colaboradores vernáculos de siempre, iniciaron la etapa de la desnacionalización y entrega de la patria.
Este proceso, con algunos picos de expresión noble y patriótica, continuó desarrollándose hasta nuestros días, consumándose definitivamente en la escalada Proceso de Reorganización Nacional, alfonsinismo y el liberalismo menemista.
A medida en que los años transcurren, el proyecto de la esperanza, último punto de referencia nacional, se aleja cada vez más del corazón de los argentinos porque ha sido proscrito en la memoria de los jóvenes. Las deshonestidades y equívocas políticas de los grupos usurpadores de los dos grandes movimientos del siglo, el radicalismo y el justicialismo, han llevado a la nación a la desesperanza, la desilusión y a la pérdida de la caridad.
Es por ello que comparto el compromiso de los hombres de mayor edad que, por gracia de Dios hemos vivido esa época, nos preocupemos para que esa riqueza espiritual permanezca para siempre en el sentimiento de los ciudadanos argentinos.
Por mi parte, agradezco a los señores integrantes del Comando Superior Peronista esta honrosa distinción. Me comprometo, de por vida, cumplir con las responsabilidades que la misma demande.
Que Nuestro Señor y María de la Merced los protejan junto a sus familias y a mí.
Me despido orgulloso.
Por Dios y la Patria.
Secretaría de Prensa y Difusión
ORGANIZACION RESISTENCIA PERONISTA
Un estupendo relato leyó el Héroe de Malvinas al hacerse cargo de tan honorable puesto. Mohamed Alí Seineldín siempre entendió al pueblo y su profundo, aunque no siempre visible, sentimiento nacional. Por eso jugó buena parte de su vida al apoyar a la ideología y la doctrina peronistas. Por allí iba –y va- el devenir de la patria: obviar esto, pensaba el militar, era ir contra la idiosincrasia del pueblo argentino.
Decíamos: pocos los escuchaban entonces. Se acrecienta la figura de Seineldín una vez que ha muerto. No está mal recordarlo, pues, en tiempos de lealtades sobornables, él terminó aferrado a un nacionalismo genuino y austero. El siguiente discurso es de cuando asumió la máxima jefatura del Comando Superior Peronista. Un episodio no muy conocido en la vida de este uniformado que hoy es leyenda:
"Queridos hermanos en Cristo. Camaradas en la Patria. Compañeros en la lucha por la recuperación de la dignidad del hombre y su familia. ¡Todos amigos del alma!
Les habla desde la cárcel, el ex coronel Seineldín, honrado por vuestra amable decisión de haberme designado presidente honorario del Comando Superior Peronista.
Aún guardo en mi memoria de adolescente, recuerdos imborrables de una época que provocó un drástico cambio en la historia argentina. Fue el tránsito desde una etapa en decadencia y sin soluciones, hasta otra diametralmente opuesta. El inicio de la revolución de 1945, que conllevaba la recuperación del honor de la patria y la dignidad del hombre.
Fue un sentimiento que desbordó las calles, los hogares, las escuelas, los cuarteles. Superó con valentía las perversas barreras existentes de sumisión y desesperanza. El argentino honesto experimentó auténticos deseos de por qué vivir y al franco compromiso de llevar a la nación al gran sitial que le correspondía.
El slogan Perón o Braden, que se escuchaba y se leía en las paredes, estaba expresando la alternativa de la hora: o la independencia definitiva de la patria, o continuar inmerso en el proyecto cultural, político y económico anglosajón, que fue iniciado, como recordamos, institucionalmente a mediados del siglo pasado.
Un modesto soldado, el señor coronel don Juan Domingo Perón, al ser llamado por su pueblo, fue designado conforme a las normas constitucionales para llevar adelante tan grande empresa.
Jamás en la historia del país se habrían alcanzado tan altos niveles en el ejercicio real de la caridad. Los enfermos, los niños, los ancianos, los débiles, los que sufren, los pobres, estuvieron tan bien protegidos por leyes inspiradas en el mismo espíritu de la ética social de la Iglesia Católica, pese a los naturales errores humanos que se produjeron, estas prioridades se mantuvieron hasta último momento.
Jamás las fuerzas armadas estuvieron tan mancomunadas con su pueblo. Jamás podrá olvidarse que aquí nació la pequeña, mediana y grande empresa argentina, especialmente la industrial y la nuclear. Jamás se podrá negar que la famosa deuda externa que hoy nos agobia no existía, y que el peso argentino estaba en los primeros niveles, entre las principales monedas del mundo.
Sin dudas, el país emergía con muchas ganas de vivir, de trabajar y de obtener logros. El ímpetu con que se impulsaba, era emocionante.
A partir de la muerte de Eva Perón, lamentablemente, se inició la decadencia del proyecto de la esperanza. Las estructuras de sostenimiento doctrinario se caen, los controles ceden y los oportunistas manosean el sano proyecto nacional y terminan destruyéndolo.
Sobre la caída, como aves de rapiñas sobre un cuerpo convaleciente, los agentes extranjeros, secundados por los colaboradores vernáculos de siempre, iniciaron la etapa de la desnacionalización y entrega de la patria.
Este proceso, con algunos picos de expresión noble y patriótica, continuó desarrollándose hasta nuestros días, consumándose definitivamente en la escalada Proceso de Reorganización Nacional, alfonsinismo y el liberalismo menemista.
A medida en que los años transcurren, el proyecto de la esperanza, último punto de referencia nacional, se aleja cada vez más del corazón de los argentinos porque ha sido proscrito en la memoria de los jóvenes. Las deshonestidades y equívocas políticas de los grupos usurpadores de los dos grandes movimientos del siglo, el radicalismo y el justicialismo, han llevado a la nación a la desesperanza, la desilusión y a la pérdida de la caridad.
Es por ello que comparto el compromiso de los hombres de mayor edad que, por gracia de Dios hemos vivido esa época, nos preocupemos para que esa riqueza espiritual permanezca para siempre en el sentimiento de los ciudadanos argentinos.
Por mi parte, agradezco a los señores integrantes del Comando Superior Peronista esta honrosa distinción. Me comprometo, de por vida, cumplir con las responsabilidades que la misma demande.
Que Nuestro Señor y María de la Merced los protejan junto a sus familias y a mí.
Me despido orgulloso.
Por Dios y la Patria.
Secretaría de Prensa y Difusión
ORGANIZACION RESISTENCIA PERONISTA
1 comentario:
un grande sin lugar a dudas,bien sabia el ,mas sin lugar a dudas expreso quienes fueron los traidores a la patria,y no es pecado recalcar la palabra patria, mas hoy es una palabra manoseada por un grupin de ineptos e improvisados que se hacen llamar gobierno, por favor¡,dios y patria o muerte¡¡
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