miércoles, junio 06, 2007

Antes de salir de Irak, EE.UU. debe recordar Vietnam

(Clarin, 6 de junio del 2007).

Henry Kissinger. EX SECRETARIO DE ESTADO DE LOS ESTADOS UNIDOS

Ante lo que ocurre en Irak, es necesaria una breve recapitulación de lo que fue la guerra de Vietnam.

Se debe comenzar disipando el mito de que la administración Nixon negoció en 1972 en términos que podrían haberse acordado en 1969 y que por lo tanto la guerra se prolongó inútilmente. Si un acuerdo firmado oficialmente en enero de 1973 podría haber preservado un Vietnam del Sur independiente y evitado la masacre producida después de la caída de Indochina es algo que nunca se sabrá. Lo que sí sabemos es que la falta de unidad estadounidense impidió ese resultado final cuando el Congreso prohibió el uso de la fuerza militar para mantener el acuerdo y cortó la ayuda cuando ya todas las fuerzas militares estadounidenses (salvo algunos cientos de asesores) habían abandonado Vietnam del Sur. La disociación estadounidense desencadenó una invasión masiva de Vietnam del Norte.

La guerra de Vietnam plantea dos preguntas relevantes. ¿El retiro unilateral era una opción cuando asumió Richard Nixon? ¿El tiempo necesario para implementar el proyecto de Nixon agotó la capacidad del pueblo estadounidense para sostener el resultado final, fuera cual fuere su mérito?

Cuando Nixon asumió, había más de 500.000 efectivos estadounidenses en Vietnam, y su número iba en aumento. La posición oficial de la administración Johnson había sido que el retiro estadounidense debía comenzar seis meses después de un retiro de Vietnam del Norte. La plataforma de las "palomas" (los senadores Robert F. Kennedy y George McGovern), rechazada por la Convención Demócrata de 1968, propiciaba el retiro "recíproco".

Nixon evaluó correctamente las opciones al rechazar los términos de 1969: "¿Vamos a abandonar Vietnam de una manera que conscientemente entrega el país a los comunistas? ¿O lo abandonaremos de una manera que dé a los vietnamitas del Sur una opción razonable para sobrevivir como pueblo libre?" Un dilema comparable es el que plantea el retiro unilateral de Irak.

Cuando las negociaciones se estancaron, la administración Nixon hizo lo que podía hacer unilateralmente sin debilitar la estructura política de Vietnam del Sur. Entre 1969 y 1972, retiró 515.000 soldados estadounidenses, puso fin al combate estadounidense en tierra en 1971 y redujo las víctimas estadounidenses casi en un 90%. También constituye un serio desafío en Irak un retiro gradual capaz de evitar una toma del poder por parte del Islam radical.

En Vietnam se abrió una brecha en 1972 porque el diseño estratégico de la administración terminó de cobrar forma en su venganza por la ofensiva de primavera de Vietnam del Norte. Cuando Estados Unidos minó los puertos vietnamitas del norte, Hanoi se vio aislada porque, como consecuencia de la apertura a China en 1971 y la cumbre de 1972, Pekín y la Unión Soviética se mantuvieron al margen. La ofensiva de Hanoi fue vencida en tierra enteramente por fuerzas vietnamitas del sur asistidas por el poder aéreo estadounidense.

Enfrentado a un revés militar y al aislamiento diplomático, Le Duc Tho, principal negociador de Hanoi, abandonó en octubre de 1972 los términos exigidos por Hanoi en 1969. Aceptó las condiciones señaladas públicamente por Nixon en enero de 1972 ¿ y censuradas por ser consideradas inalcanzables en el debate estadounidense interno. Los términos del consiguiente acuerdo de paz de París fueron un cese el fuego incondicional y la liberación de prisioneros; la continuación del gobierno survietnamita existente; el mantenimiento de la ayuda militar y económica estadounidense para éste; no más infiltración de fuerzas vietnamitas del norte; el retiro de los efectivos estadounidenses restantes; y el retiro de las fuerzas vietnamitas del norte de Laos y Camboya. Ninguno de estos términos era accesible en 1969.

La administración Nixon estaba convencida de que había conseguido una oportunidad decente para que el pueblo de Vietnam del Sur determinara su destino; que el gobierno de Saigón sería capaz de superar las violaciones comunes del acuerdo con sus propias fuerzas; que Estados Unidos prestaría su asistencia contra un ataque total; y que, con el tiempo, el gobierno vietnamita del sur sería capaz de construir una sociedad viable.

La desunión estadounidense contribuyó considerablemente a echar por tierra estas esperanzas. Watergate debilitó fatalmente a la administración Nixon por sus propios errores, y las elecciones legislativas de mitad de mandato en 1974 llevaron al poder a los más implacables opositores de Nixon, que recortaron la ayuda para que el acuerdo no pudiera funcionar como estaba previsto.

Dos lecciones se desprenden de este relato. Un proyecto estratégico no se concreta dentro de un plazo fijo; debe reflejar las condiciones en el terreno. Pero también es necesario que no ponga a prueba la resistencia del pueblo estadounidense hasta un punto en el cual el resultado final ya no pueda ser sostenido por nuestro proceso político. En Irak, un retiro rápido y unilateral sería desastroso. Al mismo tiempo, es imperativa una solución política.

Copyright Clarín y Global Viewpoint, 2007. Traducción de Cristina Sardoy.

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