lunes, mayo 28, 2007

Afirman que es inminente el retorno de la misa en latín

(Clarín, 28 de mayo del 2007).

UNA POLEMICA DISPOSICION DEL PAPA BENEDICTO XVI

Afirman que es inminente el retorno de la misa en latín


El Papa levantará la restricción actual. Pero el uso de esa lengua no será obligatorio.

Vuelve la misa en latín. La quiere el Papa desde siempre. El cardenal Joseph Ratzinger, elegido como Benedicto XVI hace dos años, se opuso a la reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II y llevada a cabo por Pablo VI. Según aseguraron fuentes vaticanas a Clarín, ya "todo está listo", incluso el motu proprio o "indulto" que será anunciado pronto.

Durante 1.500 años la misa tradicional católica fue dicha en latín y las normas fueron sistematizadas por el Concilio de Trento, en 1570, en plena Contrarreforma, vigiladas por la Santa Inquisición y el Santo Oficio, que en nuestros tiempos fueron rebautizados Congregación para la Doctrina de la Fe, cuyo prefecto o "ministro" fue durante más de dos décadas el cardenal Ratzinger hasta que lo eligieron Papa.

La reimplantación de los ritos tridentinos no será obligatorio para los fieles, pero quedarán abolidas definitivamente las restricciones actuales. Sólo un obispo podrá prohibir la misa tridentina en su diócesis y dándole al Vaticano las razones que explicarán ese gesto.

El regreso de la misa en latín apunta en las intenciones de Benedicto XVI también a absorber definitivamente la escisión de los ultraconservadores secuaces del obispo tradicionalista francés Marcel Lefebvre, quien consumó un cisma en 1988 al consagrar a cuatro obispos. Juan Pablo II debió excomulgarlo a él y a su comunidad, que ya en los años 70 había entrado en crisis con Roma cuando Lefebvre ordenó a varios sacerdotes en el cuartel general de los ultramontanos en Ecóne, Suiza, donde se encuentra la Comunidad San Pío X y su principal seminario. Pablo VI lo suspendió a divinis.

Dos cardenales latinoamericanos conservadores confirmaron que pronto el Papa firmará el documento que reimplanta la misa en latín. En diciembre lo anunció el protodiácono de la Iglesia, el chileno Jorge Arturo Medina Estévez. El purpurado integra la Comisión Ecclesia Dei (Iglesia de Dios), que se había reunido entonces para considerar la liberalización de la misa en latín por iniciativa del mismo Benedicto XVI.

"Hemos hecho algunas correcciones al texto", explicó el cardenal Medina Estévez. El presidente de la comisión es el colombiano Darío Castrillon Hoyos, quien hace tiempo presentó el texto al Pontífice. El cardenal niega a quien lo quiera escuchar que la medida represente un acrobático salto mortal hacia atrás que mortifica las normas litúrgicas del Concilio Vaticano II realizadas por Pablo VI. Desde 1969, las reformas impusieron los idiomas nacionales en las misas e hicieron dar media vuelta al sacerdote celebrante, que desde entonces mira hacia los fieles y no al altar durante la mayor parte de la misa, además de otros cambios, como los cantos en lenguas folklóricas y el uso de instrumentos musicales nacionales.

El cardenal belga Godfried Daneels, en una declaración que difundió ayer la agencia Associated Press, cuya vaticanista Nicole Winfield dedicó al tema un largo artículo, dijo que "el rito no es lo importante sino lo que viene después". "No podemos volver atrás. El Vaticano II es un concilio como todos los demás". Quiso decir que sus decisiones, aprobadas por el Papa, son obligatorias.

Según el cardenal Daneels, que es uno de los escasos purpurados progresistas del actual colegio cardenalicio, una mayor celebración de la misa tridentina podría polarizar a la Iglesia y conducir a "la negación" del Concilio II.

La misa tradicional en latín nunca fue abolida del todo, pero eran necesarios permisos especiales de los obispos. La liturgia tradicionalista se realiza siempre en lugares de culto utilizados por grupos ultraconservadores de la Iglesia, que están muy entusiasmados con la voluntad del actual Papa de regresar al latín, a la música sacra y los cantos gregorianos. Benedicto XVI ha repetido varias veces que los sacerdotes deben estar mejor preparados para el uso del latín en las misas y quiere "latinizar" progresivamente la liturgia de las misas reformadas, que prevalecen hoy largamente en las celebraciones católicas de todo el mundo.

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