(Fuente: Clarin, 30 de mayo del 2008).
Pone tope al alza de retenciones y habilita operaciones. Pero desde precios altos. Por: Héctor A. Huergo
La modificación del esquema de retenciones anunciada ayer por el Gobierno no tiene impacto alguno en la actividad agropecuaria real. Pero tiene implicancias políticas insoslayables. Hasta ahora, acorralado, el Gobierno sólo atinaba a huir hacia adelante. Ahora cedió. Poco y nada, pero la imagen que tuvo que dar y que recoge el ciudadano común es que hizo una concesión importante. Ahora habrá que ver si la dirigencia toma el dato por lo que significa políticamente, o se planta en la reivindicación. Es una decisión muy difícil, con las bases enervadas y en las rutas.
La rebaja anunciada sólo se operará si algún día la soja supera el nivel de 600 dólares. Hoy está en 461 dólares y cayendo. Ayer mismo, en el Chicago Board of Trade, que es el que se toma como referencia para la fijación de los precios en la Argentina, bajó un 3%, lo que no debe poner contento a nadie. La cosecha de soja es importante no sólo para los chacareros, sino para la economía nacional: con la cosecha actual, generará exportaciones por US$ 22.000 millones.
El precio récord histórico es de 520 dólares, y data de los primeros días de marzo, cuando el ex ministro Lousteau pergeñó las retenciones móviles. En aquel momento la soja subía con fuerza, pero todo el mercado sabía que los árboles nunca llegan hasta el cielo. El joven economista -acuciado por la necesidad de financiamiento- se comió el amague. Inventó una tablita progresiva, que determinaba que si la soja llegaba a 600 dólares, pagaría el 50%. Y si llegaba a 750 (nivel jamás pensado por ningún analista serio) alcanzaría al 58,5%. La tablita produjo el aquelarre.
El mecanismo le costó la cabeza, pero fue "comprado" por el Gobierno, que se abroqueló febrilmente alrededor de la idea. En su debut público como sucesor de Lousteau, Carlos Fernández intentó explicar la modificación introducida. No logró hacerlo con mucha claridad, pero igual se entendió: hasta los US$ 600 queda todo igual. Pero a partir de allí cambia la pendiente de la curva, de modo que al llegar a los US$ 750 pagará 52,5%. Es una rebaja de un 20%, pero para algo que nunca iba a comprar.
Lo que también es cierto es que al quedar firme el esquema de las retenciones móviles, si se acentúa la tendencia a la baja de los granos en el mercado internacional, también bajarán las retenciones. Este es un punto importante a considerar, ya que si esto sucediera el Gobierno tendría que aceptarlo. Ya saben que los muchachos del campo no van a digerir ningún cambio que los vuelva a perjudicar.
El otro punto importante es que el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, insistió con las diatribas contra la soja, repitiendo conceptos equivocados, y brindando información errónea. No es cierto que la soja haya crecido a expensas del trigo y, menos aún, del maíz. Hace cinco años la cosecha de maíz fue de 15 millones de toneladas, el año pasado alcanzó las 23 y este año, con mayor superficie sembrada, hubiera llegado a 30 millones si el clima acompañaba. Proporcionalmente, estaba creciendo más el área de maíz que el de la soja. Repitió algunas muletillas respecto al efecto detrimental de la soja sobre el suelo. Sería bueno que, una vez lograda la tregua con el sector, la sociedad pueda recibir información seria sobre un sector del que abreva toda la sociedad.
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