(Clarín, 6 de noviembre del 2006).
EL ANTIGUO REGIMEN IRAQUI : SATISFACCION EN WASHINGTON Y CRITICAS DE EUROPA
Lo anunció ayer el tribunal especial iraquí que lo juzgó durante un año. El ex dictador y dos de sus colaboradores recibieron la pena máxima. Respondieron con gritos y dijeron que apelarán la sentencia.
Larga vida a Irak, larga vida a los iraquíes! ¡Alá es más grande que el ocupante!", gritó un desafiante y colérico Saddam Hussein. El tribunal especial encargado de juzgarlo por la matanza de 148 shiítas en 1982 acababa de anunciar la condena del ex dictador iraquí y dos de sus más próximos colaboradores a morir en la horca por "crímenes contra la humanidad". La sentencia, que generó reacciones dispares dentro y fuera del país del Golfo Pérsico, será apelada.Mirada dura, traje oscuro y camisa blanca, Saddam, de 69 años, escuchó el veredicto ayer a la mañana en la sala del tribunal instalado en la fortificada Zona Verde del centro de Bagdad. Se parecía poco al hombre barbudo, de pelo largo y enmarañado que se dejaba examinar por un médico tras ser capturado, en diciembre de 2003, por soldados estadounidenses que lo encontraron oculto en un pozo cerca de su ciudad natal, Tikrit, ocho meses después de su derrocamiento tras la invasión estadounidense.El juez Rauf Rashid Abdel Rahman tuvo que pedir a varios guardias de la corte que obligaran al acusado a ponerse de pie ante el Alto Tribunal Penal iraquí, mientras Saddam, tembloroso y con una copia del Corán en su mano izquierda, intentaba acallar el veredicto a gritos."Pónganlo de pie", ordenó el juez a los guardias. "¡No me tuerzan los brazos!", les gritó el ex dictador a los cuatro policías que lo sujetaron. Uno de ellos le sostuvo las manos detrás de la espalda, mientras Abdel Rahman, gritando más fuerte que Saddam para hacerse escuchar, declaró: "Debe implementarse la pena más severa."Mientras era conducido de regreso a su silla, con los brazos sujetos a la espalda, Saddam trataba de tapar la voz del juez gritando frases como "¡Viva el pueblo, viva la Nación!", "¡Abajo los agentes!", "¡Para nosotros la vida y muerte al enemigo!"Saddam permaneció apenas unos minutos en la sala del tribunal, donde él y siete de sus colaboradores fueron llamados uno por uno para escuchar el veredicto por su papel en la matanza de 148 shiítas (la rama del islam mayoritaria en Irak) de la localidad de Dujail, al norte de Bagdad, en 1982, en represalia por un atentado fallido contra el entonces presidente.Fue luego de un proceso marcado por el carácter dudoso de la imparcialidad del tribunal y la naturaleza de la jurisdicción elegida para juzgar los crímenes imputados al antiguo régimen. El tribunal fue creado en diciembre de 2003 por la administración estadounidense en Irak, aunque la pena es impuesta según el derecho penal iraquí.El primer ministro de Irak, Nuri al Maliki, calificó la condena como "una lección para todos los criminales y terroristas" y se manifestó complacido porque el ex dictador "pertenece definitivamente al pasado".Dos de los más estrechos colaboradores de Saddam también fueron condenados a la pena capital: su hermanastro y ex jefe de los servicios de inteligencia iraquíes, Barzan al Tikriti, y el ex presidente del tribunal ilegal que ordenó la ejecución de los shiítas, Awad Ahmed al Bandar. Ambos también intentaron interrumpir al juez con proclamas similares a las de Saddam. El ex vicepresidente iraquí, Taha Yassin Ramadan, fue sentenciado a cadena perpetua.A su vez, tres ex responsables del partido Baaz, de Saddam, en Dujail fueron sentenciados a 15 años de prisión cada uno. Un cuarto responsable local fue absuelto, y es el único que puede albergar esperanzas de salir próximamente del campo Cropper, la cárcel estadounidense cerca del aeropuerto de Bagdad donde están detenidos los ocho.Los estatutos del tribunal prevén un procedimiento automático de apelación en caso de condena a muerte o cadena perpetua, lo que podría aplazar semanas o incluso meses la ejecución de las sentencias.El proceso de apelación se iniciará hoy mismo, anunció el principal abogado de Saddam, Jalil al-Dulaimi, quien calificó al juicio como una "farsa" y afirmó que la sentencia estaba planeada.Si la corte de apelación confirma la pena de muerte, Saddam será ejecutado en un plazo no mayor de 30 días desde la fecha en que se expida esa corte.Las escenas de tensión dentro del tribunal pudieron verse por la televisión iraquí, pero algunas secuencias, supuestamente las más polémicas, fueron eliminadas del circuito controlado a través del cual fue retransmitida la sentencia, algunos minutos en diferido. En su lugar apareció la leyenda "esta porción ha sido borrada".La actitud de Saddam ayer no sorprendió a los observadores del proceso. Desde el comienzo del juicio, en octubre de 2005, el ex mandatario se había mantenido en la misma actitud desafiante, y se había presentado como el aún "legítimo presidente de Irak". El derrocado líder despreció a los jueces, a la fiscalía y al nuevo gobierno iraquí calificándolos de lacayos de los estadounidenses. Durante el proceso, Saddam había expresado que en caso de ser condenado a muerte no quería ser ejecutado en la horca como "un simple criminal", sino ser fusilado. La fiscalía, sin embargo, aclaró ayer que ese deseo no podrá cumplirse pues la muerte ante un pelotón de fusilamiento sólo puede ser ordenada por tribunales militares.La condena produjo satisfacción en la Casa Blanca y duras críticas de Europa y organizaciones de derechos humanos. También desató festejos en la zona shiíta de Bagdad, mientras la ciudad se mantuvo bajo un férreo toque de queda para prevenir posibles reacciones violentas de los simpatizantes de Saddam entre la minoría sunnita, favorecida durante los 24 años de su régimen.
Una corte creada por EE.UU.
El tribunal especial para crímenes del gobierno de Saddam Hussein fue erigido en diciembre de 2003 por la administración estadounidense en Irak y su competencia abarca a todas las personas acusadas por severos crímenes políticos entre el 17 de julio de 1968 (cuando tomó el poder el Partido Baas) y mayo de 2003.El estatuto del tribunal abarca asesinatos masivos, crímenes contra la humanidad, de guerra, manipulación de la Justicia, despilfarro o malversación de fondos y recursos públicos, además de dirigir una guerra contra otros países árabes.De hecho, la corte actualmente lleva a cabo un segundo juicio contra Saddam por genocidio, pero no está claro si el proceso, en el que se lo juzga por los ataques a pueblos kurdos en 1987 y 1988, podrá finalizarse antes de su ejecución.La pena es impuesta según el derecho penal iraquí. La condena máxima es la capital, la cual después de la guerra había sido abolida por la administración estadounidense y posteriormente fue reinsertada por los iraquíes.El tribunal especial tiene varias salas penales, cada una de ellas con cinco magistrados, y una sala de apelación con nueve jueces. Sólo se conoce públicamente al juez principal, Raouf Rashedd Abdel Hahman.Jueces considerados "demasiado flojos" por influyentes miembros del gobierno iraquí fueron directamente reemplazados, en lo que es considerada una intromisión oficial.
Falta de garantías y un tribunal cuestionado
por Leandro Despouy. Auditor General de la Nación
El profundo rechazo y estupor que la condena a la horca de Saddam Hussein causó en la comunidad internacional no sólo responde al carácter arcaico y feroz del pronunciamiento —sólo comparable a los métodos que aplicaba el dictador— sino también a los cuestionables antecedentes del tribunal que lo juzgó.En mi presentación ante la Asamblea General de la ONU la semana pasada, reiteré las notorias irregularidades que exteriorizaba el tribunal y fundamenté las razones por las que no habría de aceptar la invitación que se me había cursado en mi calidad de Relator Especial para que estuviera presente en el momento en el que el tribunal pronunciaría la sentencia.Los cuestionamientos al tribunal se remontan a su constitución bajo una ocupación extranjera y con financiamiento esencialmente de Estados Unidos lo que afectó tanto su legitimidad como su credibilidad. Asimismo su acotada competencia personal y temporal lo constriñe a enjuiciar únicamente a iraquíes y sólo por hechos cometidos antes de la ocupación. Pero las críticas más severas están referidas a la ausencia de un marco jurídico que responda a los principios y estándares internacionales de derechos humanos, específicamente el derecho a ser juzgado por un tribunal imparcial e independiente que respete del derecho de defensa.La situación de violencia e inseguridad reinante en el país, también ha tenido un impacto negativo en el proceso. En lo que va desde el inicio del juicio uno de los jueces, cinco candidatos a esa magistratura, tres abogados defensores de Hussein y un empleado del tribunal fueron asesinados y un tercero ha sido seriamente herido.Existe consenso para que Hussein sea enjuiciado por las atrocidades cometidas; sin embargo la violación de las más elementales reglas del debido proceso y la aberrante aplicación de la pena de muerte, suscitan la percepción generalizada de que no se trata de un acto de justicia sino más bien del veredicto de los vencedores sobre los vencidos. Ello, justamente poco antes de las elecciones legislativas en EE.UU.A la luz de las condiciones imperantes en Irak, no cabe duda que sólo un tribunal independiente con apoyo de las Naciones Unidas, como ha sucedido en otros casos, estaría en condiciones de garantizar un proceso justo, reabriendo el actual, o bien obrando como una instancia de apelación. En todo caso, este paso debería darse con urgencia, para atenuar el nefasto impacto que el pronunciamiento habrá de tener como factor acelerador de la guerra civil y de la propagación de la violencia en una región que es un enclave de confrontación bélica.
Celebraciones y protestas, en un Irak dividido tras la sentencia
Una oleada de alegría inundó ayer las regiones habitadas por la mayoría shiíta en Irak, mientras en las áreas sunnitas los policías lloraron y los residentes juraron venganza, luego del anuncio de que el ex dictador iraquí Saddam Hussein fue sentenciado a morir en la horca por crímenes contra la humanidad.Filas de automóviles con flores de plástico recorrieron la ciudad sagrada shiíta de Najaf, donde líderes de esa mayoría saludaron la sentencia al derrocado líder por el asesinato de 148 de sus correligionarios luego de un fallido atentado contra Saddam en 1982 (ver Dujail...).Shiítas en todo Irak consideraron la sentencia como una dulce venganza por 24 años del gobierno brutal del sunnita Hussein, quien reprimió con violencia a la rama del islam mayoritaria en el país."Saddam está pagando el precio por asesinar a decenas de miles de iraquíes", afirmó Abu Sinan, de 35 años, mientras sus vecinos desafiaban un toque de queda bailando y cantando en las calles de Ciudad Sadr, el bastión shiíta de la capital iraquí. "Es una felicidad sin precedentes. Nada lo iguala. Ningún festival, ni un matrimonio ni un nacimiento", agregó, mientras un coro gritaba "¡Ejecuten a Saddam!".El clérigo radical Muqtada Al Sadr, que comanda una milicia shiíta en ese barrio, pidió celebraciones pacíficas y dijo que la violencia contra los sunnitas sería considerada una traición. "Les pedimos ahora que pronuncien una oración de agradecimiento", señaló en un comunicado reproducido por altoparlantes en las mezquitas de ese vecindario de 2,5 millones de habitantes.La minoría kurda, también reprimida durante el régimen de Saddam, se sumó a los festejos. En la norteña ciudad de Kirkuk, el taxista kurdo Khatab Ahmed decidió que sus hijos se quedarían en casa en lugar de ir a la escuela y toda la familia se sentó frente al televisor para ver la sentencia. "Esa es la suerte de Saddam, que mató a vuestro tío", dijo Ahmed a sus seis hijos.Pero no todo fue júbilo. La sentencia anunciada ayer a la mañana desató indignación en los barrios sunnitas, donde el apoyo al antiguo régimen era grande. Allí se registra la mayor resistencia a las tropas estadounidenses que tras la invasión de marzo de 2003 derrocaron a Saddam.En todo el país se oyeron disparos de armas de fuego, tanto en celebración como en protesta. Una patrulla policial recorrió el centro de la ciudad natal de Saddam, Tikrit, con el objetivo de hacer cumplir el toque de queda. Pero pese a las restricciones, una multitud de manifestantes salió a la calle agitando fotos del derrocado dictador."Este es un veredicto injusto. Aunque Saddam sea ejecutado seguirá siendo un símbolo. Nadie puede borrarlo, ni el gobierno iraquí ni los estadounidenses", bramó Muhssin Ali Mohammed.Pocas horas después del veredicto, un grupo no identificado atacó una caravana militar iraquí en el centro de Tikrit y estalló un tiroteo. Escondida en su casa, Amira Khalid, de 60 años, se lamentaba. "Nosotros teníamos un tratamiento especial bajo Saddam. ¿Dónde está la seguridad ahora? ¿Puede una mujer caminar las calles? Por supuesto que no", se quejó.La división que se evidenció ayer despertó los temores de que en el país recrudezca la violencia sectaria y estalle una guerra civil una vez que se levante el toque de queda decretado el fin de semana. La violencia entre shiítas y sunnitas ya dejó cientos de muertos en los últimos meses en Irak, y muchos analistas advierten que la sentencia contra Saddam puede echar más leña a un fuego que a las tropas de ocupación y a las fuerzas iraquíes les resulta cada vez más difícil de apagar.
NOTA DE P. DE H: Un Tribunal parcial y carente de legitimidad condenó a muerte al presidente iraquí, Saddam Hussein. Tribunal designado por la potencia ocupante, los EEUU. Tribunal financiado por la potencia ocupante, los EEUU. Tribunal con competencia acotada a investigar los crímenes del régimen de Saddam, establecido por EEUU. Tribunal que emitió un fallo que condenó a muerte a Hussein, como lo ordenó EEUU. Es común que EEUU se arrogue el derecho de "juzgar" a los vencidos. Lo hizo en Nuremberg, en otro aberrante "proceso jurídico". Lo hizo con Noriega en Panamá, y con Milosevic en la ex- Yugoslavia. Ahora bien, ¿quién juzga a los EEUU por los miles de muertos que provocó su invasión a Irak? ¿Quién juzgó a EEUU por sus crímenes de Hiroshima y Nagasaky? Nadie. Sin duda, el poder, da impunidad.
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