(Clarin, jueves 8 de febrero del 2007).
Guerra abierta del Vaticano contra el gobierno de Prodi
La Iglesia italiana, respaldada por el Papa, se opone a un proyecto de ley que regula las uniones de hecho, incluso las homosexuales. Por la puja, el premier podría perder la leve mayoría en el Senado y renunciar.
La Iglesia italiana, respaldada por el papa Benedicto XVI y el Vaticano, se lanzó a la guerra abierta contra el gobierno de centroizquierda del primer ministro Romano Prodi, cuya estabilidad aparece en serio peligro. Un editorial belicoso del diario de Milán Avvenire (Porvenir), propiedad de la Conferencia Episcopal, fue titulado ayer "Non possumos" ("No podemos"), la fatídica frase en latín que pronunció Pío IX contra la reunificación de Italia, en el último cuarto del siglo XIX. Esta vez, la batalla es contra la moderada ley que regula las convivencias entre parejas no casadas. La Iglesia cree que la intención es crear un "simil familia" y poner en marcha un proceso para legalizar el matrimonio entre homosexuales. Sin medias vueltas, el editorial amenaza a Prodi, afirmando que la divergencia sustancial "inevitablemente repercutirá sobre el futuro de la política italiana".
Hace muchos años que no se usaban tonos semejantes en las siempre delicadas relaciones entre el Estado italiano y el Estado vaticano, al cual responde totalmente la Iglesia de Italia. Una idea de la exasperación a que ha llegado el debate lo dan las declaraciones a la radio Vaticana del arzobispo de Turín, cardenal Severino Poletto, quién afirmó que Satanás está detrás de las maniobras "para desarticular la realidad social y la familia".
Lo que ocurre es "inexplicable sin la inspiración del Maligno", dijo el cardenal Poletto, "y los cristianos no deben dejarse lavar el cerebro". El gobierno de Romano Prodi, que es un católico observante, tiene una componente cristiana importante y las discrepancias entre los grupos que la integran, azuzados por el cardenal Camillo Ruini, presidente de la Conferencia Episcopal y vicario del Papa en Roma, pueden hacer perder la mayoría escasa con que cuenta la coalición de centroizquierda en el Senado cuando se vote el proyecto de ley sobre las uniones civiles. En Italia hay un régimen parlamentario, por el cual si el gobierno pierde la mayoría debe dimitir.
Las grandes maniobras políticas, y las amenazas de la Iglesia, apuntan en esa dirección. Fomentar en medio de una crisis el nacimiento de un tercer polo centrista y católico y crear una nueva perspectiva política en el país que durante medio siglo fue gobernado por la Democracia Cristiana, el partido católico que respondía al Vaticano.
En el programa electoral de la Unión del Olivo, Prodi se comprometió a presentar un proyecto en materia de convivencias como en los otros países europeos. Pero la oposición intransigente de la Iglesia encabezada por el propio papa Joseph Ratzinger ha superado todas las expectativas.
Varios ministros y dirigentes de la "sinistra" recordaron que en España, el gobierno conservador y ultracatólico del premier José María Aznar hizo aprobar una ley de uniones civiles sin que se armara un riesgoso escándalo como el actual. Ni la Iglesia española ni el mismo Vaticano organizaron una cruzada.
Fue más tarde, cuando en 2004 ganaron los socialistas encabezados por José Luis Rodríguez Zapatero, que la Iglesia y el Vaticano lanzaron una dura oposición, contra una ley que legalizó el matrimonio homosexual. El cardenal Ruini nuevamente ha tomado las riendas de la lucha, como hizo con la oposición triunfante de la Iglesia en un referéndum celebrado hace más de un año contra la fecundación asistida.
El vientre blando del gobierno de centroizquierda en esta emergencia es la centrista UDEUR del ministro de Justicia, Clemente Mastella, un ex dirigente democristiano, quién ya anunció que votará contra la ley. Pero sobre todo la crisis lacera internamente al partido de la Margarita, que lidera el viceprimer ministro Francesco Rutelli. Un grupo interno de 47 diputados y 13 senadores firmó una declaración pidiendo al Papa y a la Iglesia que eviten la injerencia en las decisiones del laico Estado italiano, proclamándose además católicos obedientes. Pero en la Margarita, Rutelli y grupos de ex democristianos rechazan el proyecto de ley.
La oposición de centroderecha se alinea casi totalmente detrás de las posiciones de la Iglesia, aunque algunos de sus líderes más conservadores y tradicionalistas no estén precisamente en regla para las normas de la Iglesia, que es benévola con sus descarríos. El líder Silvio Berlusconi es casado, divorciado, vuelto a casar y las peleas públicas con su mujer, según algunos, prologan un segundo divorcio. El líder de la UDR, centrista y de talante democristiano, Pier Ferdinando Casini, se ha divorciado y convive con la hija de un millonario constructor, propietario de dos de los diarios más importantes del país. Casini truena contra el proyecto de ley y espera que la Sacra Rota romana sentencie la nulidad de su boda. Crecen las críticas por esta línea de "doble moral".
Ayer Prodi dijo que "en las decisiones que tocan a los italianos, al final estamos determinados a decidir que hacer". Y agregó que "esto vale para las alternativas que tocan los derechos de las personas". Según La Stampa, a Prodi le faltó decir "Vaticano" y añadió que la crisis llegó a un nivel en el que "todavía no hay excomunión, pero parece cercana".
NOTA DE P. DE H: A pesar de las reservas que nos merece la intervención de la Iglesia en los asuntos de estado, no podemos dejar de señalar como positiva la resistencia del Vaticano a la sanción que legalice las uniones homosexuales. Esta ley que busca aprobar el gobierno italiano, ya existe en varios países del mundo (incluída la Argentina) y muestra a las claras la ofensiva sinárquica de signo malthusiano contra instituciones fundamentales, como la familia, el estado-nación, las FFAA, y la Iglesia Católica.
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