(Clarín, 24 de octubre del 2006).
Encabeza el grupo de naciones con perfil educativo más alto y una distribución más equitativa de la escolarización. Y está primera en porcentaje de población con educación primaria y secundaria completa.
La Argentina se ubica —junto con Uruguay y Chile— entre los países con mejores indicadores educativos de América latina vinculados con los aspectos sociales: menores índices de analfabetismo, mayor nivel de escolarización, acceso y permanencia en el sistema. Pero al mismo tiempo se están frenando esos progresos, que difícilmente alcanzan a la población más pobre.El "Informe sobre tendencias sociales y educativas en América Latina 2006", elaborado por el Instituto Internacional de Planeamiento Educativo de la UNESCO y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), refleja la relación entre la cuestión social y la educación en los últimos años. Como aspecto positivo destaca la extensión de los años de escolaridad, debido a que los gobiernos se han hecho eco del aumento de la demanda social de educación.En ese sentido, la Argentina registra la segunda tasa más baja de analfabetismo (2,5%) de la región, cuyo promedio es del 10,3%. En la otra punta, Honduras y El Salvador rondan el 20%, Nicaragua se acerca al 23%, Guatemala supera el 30% y Haití casi llega al 50%.La Argentina es el país con perfil educativo más alto, con un promedio de 9,9 años de escolaridad (el promedio regional es de 7,8). Cabe aclarar que el dato se desprende de la Encuesta Permanente de Hogares 2004 y corresponde a la población urbana, ya que no presentó cifras sobre población rural (más del 10%).Desde 1990, la Argentina es el país donde más aumentó el número de chicos que completaron el secundario, en especial mujeres. "Si hay desigualdades de género, han sido a favor de las mujeres, que tienen mayor escolarización y uno o dos años más de permanencia en el sistema educativo", observa Néstor López, coordinador del informe.Hay menos adolescentes que trabajan, se presume que por los esfuerzos oficiales (becas) por retenerlos en el sistema. Pero por otra parte aumentaron los que estudian y trabajan: son los que más repiten, más se retrasan y abandonan antes. En general provienen de familias con bajo capital educativo.Pero, por otra parte, entre los jóvenes de 15 a 24 años laboralmente activos, los argentinos marchan segundos en tasa de desempleo —34%, el triple que los adultos—, y en cantidad de trabajadores en el sector informal (más del 40%). Esto se corresponde con el perfil educativo de la población económicamente activa, que en los países del Cono Sur pasó a incluir más universitarios (14,9%) y egresados del secundario (36,5%), en desmedro de los menos escolarizados."Se lo llama devaluación de los diplomas: la mayor escolaridad no crea los puestos de trabajo", señala el sociólogo Gabriel Kessler, de la Universidad Nacional de General Sarmiento.De todos modos, tanto Kessler como Axel Rivas, director de Política Educativa del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC ), subrayan que el informe de la UNESCO no mide la calidad educativa, un rubro que en la Argentina registra crecientes desigualdades."Esto se expresa claramente en la segmentación educativa, en la existencia de circuitos educativos diferenciales para distintas clases sociales", apunta Kessler. "El rendimiento de los alumnos está asociado con el origen socioeconómico", destaca Rivas, quien reclama "que las escuelas no defiendan su capacidad de seleccionar, sino de integrar: una buena escuela es la que incluye a alumnos de distintos contextos".En el resto del continente, las desigualdades son mucho más marcadas. La educación es hoy "un mecanismo de reproducción de desigualdades", advierte el documento. Y previene que no lo resolverán las políticas sectoriales sino las transversales."Durante los '90, un sector muy importante de la sociedad estuvimos en contra de las políticas focalizadas, porque segmentarían a la sociedad —recuerda Adriana Puiggrós, directora general de Escuelas bonaerense—. Eso ocurrió. Ahora, el Estado debe reparar ese daño, mediante becas de montos más altos, pero al mismo tiempo planteando exigencias, que no sea un mero programa asistencial".
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