domingo, septiembre 10, 2006

Hezbollah inaugura un problema para el mundo.

DEBATES: HENRY KISSINGER EX SECRETARIO DE ESTADO DE LOS ESTADOS UNIDOS


Hezbollah inaugura un problema para el mundo.
(H. Kissinger en Clarín del 10 de septiembre del 2006).



Dos interpretaciones erróneas dominan la discusión pública sobre la crisis del Líbano.La primera es que Hezbollah es una organización terrorista tradicional que opera encubiertamente fuera de la ley. La segunda es que el alto el fuego marca el final de la guerra del Líbano. Ninguna de estas opiniones es válida.Hezbollah es, en realidad, una metástasis del esquema de al Qaeda. Actúa abiertamente como un Estado dentro de un Estado. Comanda un ejército mucho más fuerte y mejor equipado que el del Líbano en suelo libanés, desafiando dos resoluciones de la ONU. Financiado y adiestrado por Irán, libra guerras con unidades organizadas contra un adversario importante. Como partido shiíta, tiene ministros en el gobierno del Líbano que no se consideran sujetos a las decisiones de aquel. Una entidad no estatal en el suelo de un Estado, con todos los atributos de un Estado y respaldado por la mayor potencia regional es un fenómeno nuevo en las relaciones internacionales.Desde su creación, Hezbollah está casi permanentemente en guerra. La primera de las tres guerras de Hezbollah tuvo lugar cuando, en 1983, su ataque a un cuartel estadounidense produjo la muerte de 241 infantes de marina y convenció a los Estados Unidos de retirar sus fuerzas de mantenimiento de la paz de Beirut.La segunda fue una campaña de hostigamiento que indujo a las fuerzas israelíes a retirarse del sur del Líbano en 2000. La tercera comenzó este año con el secuestro de dos soldados israelíes en territorio de ese país que llevó al ataque de represalia israelí.Estamos presenciando una agresión cuidadosamente concebida, no ataques terroristas aislados, contra el sistema internacional de respeto por la soberanía y la integridad territorial. La creación de organizaciones como Hezbollah y al Qaeda simboliza que las lealtades transnacionales están reemplazando a las nacionales.La fuerza impulsora que está detrás de este desafío es la convicción jihadista de que es el orden existente el que es ilegítimo, no el método de Hezbollah y la jihad para combatirlo. Para los adherentes a la jihad, el campo de batalla no puede estar definido por fronteras basadas en principios de orden mundial que rechazan; lo que llamamos terrorismo es, para los jihadistas, un acto de guerra para debilitar regímenes ilegítimos.Un alto el fuego no pone fin a esta guerra; inaugura una nueva fase en ella. Este doble ataque al orden mundial, por la combinación de estados radicales con grupos transnacionales no estatales a veces organizados como milicias, es un desafío singular en Oriente Medio, donde las fronteras denotan pocas tradiciones nacionales y todavía no llevan un siglo de existencia. Pero podría extenderse a todos los lugares donde existan grupos islámicos radicales y militantes. Por lo tanto, los dirigentes se ven en la disyuntiva de seguir los principios del orden internacional existente, del cual puede depender su economía, o de ceder (cuando no sumarse) al movimiento transnacional del cual puede depender su supervivencia política.La crisis del Líbano es un caso clásico de este esquema. Conforme a las reglas del viejo orden internacional, la guerra técnicamente tuvo lugar entre dos estados —el Líbano e Israel— que, en realidad, tienen muy pocos intereses encontrados.Su única disputa territorial se refiere a una pequeña franja de territorio, las Granjas de Saba, ocupada por Israel a expensas de Siria en 1967 e indirectamente declarada no parte del Líbano por la ONU en 2000. La resolución de cese del fuego de la ONU afirma que la crisis fue provocada por Hezbollah, que había mantenido a las fuerzas armadas libanesas fuera de la parte sur del Líbano lindante con Israel durante treinta años.Sin embargo, conforme a las normas internacionales vigentes, el secretario de Estado se vio obligado a negociar el cese del fuego con el gobierno libanés, que no controlaba fuerzas que pudieran implementarlo, mientras que las únicas fuerzas capaces de hacerlo nunca lo han aceptado formalmente.Los objetivos reales de la guerra del Líbano eran transnacionales y no libaneses: superar la milenaria división entre sunnitas y shiítas sobre la base del odio a Israel y los Estados Unidos; aliviar la presión diplomática sobre el programa nuclear iraní; demostrar que Israel sería tomado como rehén si la presión se tornaba demasiado intensa; instalar a Irán como un factor de peso en cualquier negociación; frustrar el proceso de paz palestino; mostrar que Siria —el segundo patrocinador de Hezbollah en importancia— seguía en condiciones de luchar por sus aspiraciones en el Líbano.Es por eso que el balance de la guerra del Líbano en gran parte debe evaluarse en términos psicológicos y políticos. No hay dudas de que la guerra le infligió gran número de bajas a Hezbollah. Pero la realidad psicológica predominante es que Hezbollah permaneció intacto y que Israel no pudo (o no quiso) ni suprimir los ataques con cohetes contra su territorio ni amoldar su poderío militar a objetivos políticos capaces de proporcionar posiciones de negociación después del cese de las hostilidades.




NOTA DE P. DE H: El análisis efectuado por H. Kissinger tiene el valor de provenir de un hombre que pertenece al sionismo internacional, y uno de lo máximos referentes del proyecto del Nuevo Orden Mundial. Se trata de un personaje clave del lobbie sionista en la política de EEUU; autor del célebre informe que lleva su nombre dónde aconseja el control de natalidad en los países coloniales y semicoloniales, cultor del neo-malthusianismo, este verdadero agente del mal, deja entrever en sus palabras que la reciente guerra que el estado sionista de Israel librara contra el Líbano, no es más que una de las múltiples batallas que está por venir en la región.
Los argumentos; sofistas y falaces como siempre, son ya conocidos por todos: “Hezbollah es una organización terrorista”; “Hezbollah es una metástasis del esquema de al Qaeda”, “se trata de un doble ataque al orden mundial”, etc, etc. Quizás, lo más interesante sea, su referencia al “financiamiento y adiestramiento” que Hezbollah recibe de Irán, y la mención de que este grupo es “respaldado por la mayor potencia regional” (Irán).
Dichas consideraciones: Que la guerra de Israel contra el Líbano no es más que una batalla; y que Irán es la mayor potencia de la región, hacen prever cuáles serán los pasos del eje sionista-anglo-norteamericano.

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